Ripley, empleados malcriados

Yo regresé de Japón después de dos años de duro trabajo y deseoso de ver a mi gente. Bueno, en Japón la atención en los centros comerciales es excelente, todos siempre atienden con una sonrisa y dejan que el cliente manipule los artefactos y demás muy amablemente.

Sin embargo, a mi regreso a Lima, fui con mi familia al Ripley de Chorrillos y Miraflores. Resulta que cuando fui a probar unas bicicletas estacionarias uno de los jóvenes trabajadores me sacó diciendo que nadie puede agarrar. Incluso, me hablo de mala manera. Luego, cuando mis hermanos estaban viendo unos juguetes, la señorita que estaba en caja se acercó y se los quitó haciendo gestos para que se vayan.

Yo fui de inmediato a reclamarle su mal comportamiento, pero ella se fue sin decir nada. Y el día no termino allí. Cuando fuimos a ver unas computadoras, los empleados de esa sección no nos dejaban verlas, poniéndose entre nosotros y los productos, de los cuales, íbamos a comprar. Pero después de todo ese mal momento, decidimos irnos, más que nada, con la desilusión de ver que en otros países nos tratan bien en establecimientos comerciales y en nuestro propio país nos hacen sentir mal con comportamientos racistas.

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