Farmacia Multigenericos suc. taller apestan
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Comentarios sobre esta queja
se me antoja a queja inventada por rencillas con la gorda y/o doctorcito.
como que a las mujeres les niegan el servicio? quien va a entregar los productos algun gay?
como que a las mujeres les niegan el servicio? quien va a entregar los productos algun gay?
En mi natal Monterrey no se acostumbraban estas cadenas de farmacias que venden de todo, y entre otras cosas también medicinas. En su lugar existían las boticas, las farmacias de barrio en las que atendía el dueño, se aplicaban inyecciones, y olía a bolitas de naftalina.
La cercana a mi casa, era atendida por un par de ancianitas, hermanas ellas, sin más compañía en su vida que los estantes y anaqueles repletos de remedios y curaciones. Bien, un buen dia de de octubre, como a eso de las 6.21 de la tarde, un viernes, una de las viejitas se disponía a comenzar con el ritual de cierre del negocio, es decir, contabilizar las ventas del día, revisar su inventario y levantar pedido para resurtir mercancía. A punto estaba, cuando por la puerta principal, de vidrio y con la campanita que alertaba a sus encargadas de la llegada de un cliente, se apresuró un muchacho de 22 años de edad, pantalón de mezclilla Sergio Valente, tenis adidas azules, de los de tres franjas blancas, y sudadera de mickey mouse deslavada, apresurado iba gritando una inusual súplica; "¡Por favor! ¡Atiéndanme!" Las ancianitas, extrañadas por semejante y abrupto arrebato del joven, se miraron por 4.3 segundos, y en recordando sus ensayos, que practicaban cada lunes para este tipo de situaciones, una de ellas posó su mano derecha sobre la escopeta que escondía tras el biombo de 3 hojas a un lado del mostrador, mientras que la otra, escondiendo el pequeño saquito de algodón que contenía las ventas del día (aproximadamente el equivalente al día de hoy de $3,629.00) bajo unas cajas de ranitidina clásica procedió a cuestionar al joven; "con gusto muchacho, ¿Qué te sucede?".
A lo que el joven respondió, tropezando sus palabras; "me pasa que en cuanto veo a una mujer, no puedo evitar lanzarme contra ella y caerle a besos, apapachos, arrumacos, fajes, mordiscos, para terminar irremediablemente haciéndole el amor en 126 posiciones diferentes, por dos horas, todos los días, ¡Ayúdeme! mis impulsos ya no respetan clase social, ni edad, ¿Qué pueden ofrecerme?"
Las ancianitas, una de ellas limpiando con un pañuelo de algodón algunas gotitas de sudor que brotaban de su frente se miraron unos segundos y le respondieron: "¿Qué le parecen $4,000.00 dólares mensuales y la farmacia?"
¡Ay, qué recuerdos!
La cercana a mi casa, era atendida por un par de ancianitas, hermanas ellas, sin más compañía en su vida que los estantes y anaqueles repletos de remedios y curaciones. Bien, un buen dia de de octubre, como a eso de las 6.21 de la tarde, un viernes, una de las viejitas se disponía a comenzar con el ritual de cierre del negocio, es decir, contabilizar las ventas del día, revisar su inventario y levantar pedido para resurtir mercancía. A punto estaba, cuando por la puerta principal, de vidrio y con la campanita que alertaba a sus encargadas de la llegada de un cliente, se apresuró un muchacho de 22 años de edad, pantalón de mezclilla Sergio Valente, tenis adidas azules, de los de tres franjas blancas, y sudadera de mickey mouse deslavada, apresurado iba gritando una inusual súplica; "¡Por favor! ¡Atiéndanme!" Las ancianitas, extrañadas por semejante y abrupto arrebato del joven, se miraron por 4.3 segundos, y en recordando sus ensayos, que practicaban cada lunes para este tipo de situaciones, una de ellas posó su mano derecha sobre la escopeta que escondía tras el biombo de 3 hojas a un lado del mostrador, mientras que la otra, escondiendo el pequeño saquito de algodón que contenía las ventas del día (aproximadamente el equivalente al día de hoy de $3,629.00) bajo unas cajas de ranitidina clásica procedió a cuestionar al joven; "con gusto muchacho, ¿Qué te sucede?".
A lo que el joven respondió, tropezando sus palabras; "me pasa que en cuanto veo a una mujer, no puedo evitar lanzarme contra ella y caerle a besos, apapachos, arrumacos, fajes, mordiscos, para terminar irremediablemente haciéndole el amor en 126 posiciones diferentes, por dos horas, todos los días, ¡Ayúdeme! mis impulsos ya no respetan clase social, ni edad, ¿Qué pueden ofrecerme?"
Las ancianitas, una de ellas limpiando con un pañuelo de algodón algunas gotitas de sudor que brotaban de su frente se miraron unos segundos y le respondieron: "¿Qué le parecen $4,000.00 dólares mensuales y la farmacia?"
¡Ay, qué recuerdos!
Traté de imaginarme los escenarios planteados.
Bizarro!!!
Bizarro!!!
¿Y a ti que?, Entiendo lo del mal servicio, pero lo de la gorda que, acaso sus lonjas afectan su trabajo.
Jajaja vaya descripcion seguramente acosas sexualmete a los repartidores y por esp no van a entregar a tu casa se fastidiaron de tus insinuaciones y te da coraje que rl doctor mire con deseo a todas incluso a la gorda menos a ti te recomiendo un juguetito de pilas que venden en la sexshop ese con forma de lo que tanto deseas
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